Ibrahima y Magatte son de Senegal. Trataron de socorrer a Samuel Luiz la noche que le asesinaron brutalmente, el pasado 3 de julio. Los dos llevan varios meses trabajando en una fábrica de maderas de A Coruña dedicada a elaborar puertas y cajoneras, entre otros muebles. Reconocen que su heroico gesto les ha cambiado "mucho" la vida: "Estamos muy felices, muy contentos".
Porque los dos defendieron a Samuel mientras estaba siendo golpeado salvajemente por un grupo de jóvenes. Al recordar lo sucedido, no muestran dudas: "Si volviéramos a ver algo así, nos meteríamos sin pensarlo". Así se expresa Ibrahima, mientras su compañero Magatte recuerda que ellos no son "héroes", como les han dicho mucho desde aquella tragedia: "Somos humanos como él".
Los dos han sido testigos clave en la investigación judicial para identificar a todos los participantes. La humanidad de estos jóvenes africanos conmovió a los amigos de Samuel, que abrazaron fuertemente a Ibrahima días después de la paliza mortal mientras le decían, con total sinceridad: "Eres uno más del grupo". Por este comportamiento ejemplar obtuvieron, tanto Ibrahima como Magatte han logrado el permiso de residencia y trabajo.
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Todo un final feliz para ellos después de años sobreviviendo con la venta en la calle. Ahora pueden mandar dinero a sus familias, algo fundamental para ellos, puesto que ambos tienen hijos. "Ahora podemos cubrir nuestros gastos aquí y los de Senegal", asegura Ibrahima, una felicidad que también traslada Magatte: "Nuestras familias están muy contentas de lo que tenemos". Porque han cumplido su sueño: tener un trabajo en España.