El primer hijo de la australiana Kathleen Folbigg murió 19 días después de nacer, se lo encontró muerto en la cuna. Los muertos dijeron que la causa fue muerte súbita. Un año después tuvo a su segundo bebé, que murió a los 4 meses por un problema epiléptico.
Aun así, tuvo una tercera hija que de nuevo se la encontró muerta a los 10 meses mientras dormía, de nuevo muerte súbita. Pero seguían sin sospechar de la madre, todo cambió con la cuarta hija, al año y medio también fue hallada muerta y la mujer fue detenida por cuádruple asesinato.
En el juicio no hubo pruebas de violencia en los bebés, la condenaron porque dejó escrito en su diario lo agobiada que estaba con su papel de madres. La condena fue de 25 años de prisión.
Cuando llevaba 15 años encerrada, la científica española Carola García de Vinuesa estudió el ADN de los 4 bebés y se dio cuenta de que todos habían heredado de los padres una mutación genética que explica las muertes.
"Se puede tener una arritmia, que causa una parada respiratoria y muerte. Lleva consigo un 99% de probabilidad de ser la causa natural de la muerte", explica Carola García.
Aun así, Kathy continúa en la cárcel porque el juez no aceptó el nuevo informe científico. Un grupo de 90 expertos internacionales en genética le pidió clemencia hace un año, pero Kathy sigue esperando su decisión.