Douglas Parkhurst es el abuelo que ha salvado a los chavales -entre ellos su nieto- de una kamikaze que irrumpía con su coche en un campo de béisbol de Estados Unidos. Los testigos y autoridades le han alabado como un héroe, pero escondía un oscuro secreto.
El mismo Parkhurst mató con su coche a una menor, Carolee, de cuatro años, hace 50. La atropelló -había bebido-, se dió a la fuga, se mudó y logró dar esquinazo a la Policía durante décadas. "Recuperaron el coche oculto en un bosque durante décadas", cuenta Ross Jones, un policía jubilado.
Jones no se dió nunca por vencido, e inició una campaña en redes sociales que acabó desmontando la coartada de Parkhurst. Con el delito ya prescrito, lo confesó en 2013. "Lo siento muchísimo. No puedo cambiar nada pero espero que acepten mis disculpas y me perdonen", dijo.
Para la familia de la pequeña Carolee, con su muerte por atropello, se cierra un círculo casi de justicia poética. Douglas Parkhurst no tenía, según ha afirmado la Policía, conexión alguna con la mujer (51 años) que le ha matado. Ella ya tenía dos condenas por conducir borracha.