Wafa tenía 27 años cuando se quedó para siempre en una silla de ruedas. "Mi marido me disparó y penetró en la médula. A causa de ello quedé tetrapléjica", cuenta. A pesar de haber denunciado previamente, la orden de alejamiento no pudo evitar que él la encontrase.
Él se suicidó tras disparar y ella despertó días después en un hospital sin recordar nada de lo ocurrido y sin poder moverse. Algo parecido le ocurrió a Patricia: "Cuando tenía 19 años dejé a mi pareja y me asestó ocho puñaladas que me afectó a órganos vitales y me generó una discapacidad".
Son solo dos de los casos de mujeres que han desarrollado una discapacidad a raíz de haber sufrido violencia machista. Solo en el último año la Fundación ONCE ha atendido 550 mujeres con discapacidad que sufren violencia machista.
Hace solo unos meses tuvo lugar el juicio de una mujer que en 2015 quedó parapléjica cuando se tiró por una ventana para huir de la última paliza de su pareja: "Para escaparme salté por la ventana. Vi que había caído y no me podía mover". Para hacer visible el problema, la Fundación ONCE ha creado la campaña 'Yo soñaba'.
Piden que haya una macroencuesta específica sobre violencia de género y discapacidad que permita responder a las necesidades de este colectivo que ahora mismo solo cuenta con una ayuda a las víctimas de delitos violentos. Ellas saben que hay esperanza. "Si mujeres como yo hemos podido salir adelante, ellas también pueden", cuenta Patricia. Pero necesitan medidas, como ayuda psicólogica, para ellas y sus familias.
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El contexto La semana pasada, Juana Rivas logró que su hijo menor, Daniel Arcuri Rivas, evitase volver con su expareja a Italia. La causa se encuentra a la espera de que se resuelva qué juzgado es el competente de resolver la petición de medidas de protección para evitar que el menor regrese con su padre.