Sin apenas luz y en mitad del océano. 630 migrantes llevan horas jugándose la vida. Huyen de la guerra y de la miseria hasta que las ONG les rescatan. Las horas de tensión y de pánico se transforman en abrazos y en cánticos de agradecimiento.

Ya están a bordo del Aquarius, a salvo, pero la odisea continúa. Están en una situación crítica y los destinos más próximo, Malta e Italia, les cierran las puertas.

El drama personal de los migrantes a bordo del Aquarius

La esperanza para estas cientos de personas está a 790 millas náuticas. España ofrece un destino seguro, el puerto de Valencia. Pero el barco va abarrotado, no es seguro y no hay provisiones suficientes.

El barco de salvamento 'Aquarius'

La noche del lunes se complica. Todos duermen hacinados, la tensión va en aumento y los voluntarios tienen que actuar en varias peleas.

Las soluciones llegan el martes: Italia, la misma que les cerró las puertas, ofrece dos buques para ayudar a transportar a los rescatados.

Empiezan a llegar los alimentos. En el barco, ya conocen cuál será su destino: España. Ya el miércoles, por primera vez, se pueden dar una ducha de agua caliente y se pueden lavar los dientes. Las caras de todos ellos, por fin, muestran cierta tranquilidad.

Varios de los 629 inmigrantes rescatados a bordo del barco "Aquarius"

El barco hace una primera parada en Sicilia donde reciben más alimentos, pero parte de la fruta proporcionada por Italia está podrida y acaba por la borda.

Uno de los 629 inmigrantes subsaharianos rescatados en el Mediterráneo por el buque Aquarius

Surge además una preocupación: el tiempo, se esperan olas de 4 metros. El jueves, tras pasar posiblemente la peor noche del Aquarius, el mar de tregua. Vuelve así la música y las sonrisas. Tras cruzar las Islas Baleares, tras la odisea, por fin han llegado a Valencia.

Sonrisas, cánticos y saludos de los migrantes de la flota del Aquarius al llegar al puerto de Valencia