La familia del asesino confeso de Laura Luelmo se avergüenza de él, como reconoce su hermana al afirmar que "no tiene que estar en la calle, tiene que estar encerrado, como lo que es: un bicho malo".

Además, cuentan que vieron a Bernardo Montoya el mismo día de la desaparición de la joven. "Yo lo vi tan tranquilo, sentado ahí en el coche y muy bien, como siempre, pero ya no apareció más". Por eso, no se explican qué le pudo pasar por la cabeza y piensan que "estará loco, es un enfermo mental".

Porque no era la primera vez que Bernardo Montoya mataba, ya que había sido condenado por asesinar a una anciana de 82 años en Cortegana, en Huelva, en una casa ahora abandonada.

El pueblo se rebeló entonces contra Bernardo mientras afirma que "la familia no tiene nada que ver con este sujeto". Ahora, su padre pide que se haga justicia y vuelve a pedir perdón a la familia de Laura.

Vecinos de El Campillo rompen el cordón policial ante la casa de Montoya