Sufrir bullying a edades tempranas puede dejar secuelas en aquellos que lo han sufrido. Así nos lo cuenta un chico que prefiere mantener el anonimato, que 15 años después de esos episodios afirma que le cuesta confiar en las personas.
"Siempre pienso que alguien tiene algo oculto, algo detrás. Me cuesta abrirme con la gente", afirma. Señala también la importancia de los testigos ante dicho bullying: "No los van a llamar chivatos. Si no hablan, se va a seguir produciendo".
La solución está en educar desde que los más pequeños empiezan el cole, como afirma el doctor Celso Arango, del Hospital Gregorio Marañón. "Cuesta educar en la diferencia y el respeto cuando no se hace en edades tempranas", nos cuenta.
Investigadores del Hospital Gregorio Marañón han confirmado que los programas de convivencia reducen el bullying y mejoran la salud mental de los niños. "Si hablamos de un cole de 500 alumnos podríamos ser capaces de evitar cuatro casos de acoso escolar", defiende la psiquiatra Covadonga Díaz-Caneja, también del Gregorio Marañón.
Planes de convivencia que ofrecen organismos privados y que, a largo plazo, disminuye el riesgo de tener patologías físicas como la diabetes o aumenta la esperanza de vida previa.
Lo que se invierte en reducir el acoso escolar repercute en una futura situación económica para los involucrados. Muchos niños sintieron alivio de no ir a clase por la pandemia y durante algunos meses los episodios de ansiedad disminuyeron y durmieron mejor, como confiesa la psicóloga en Psicosophos Sophie Álvarez-Vieitez.
Pero el acoso se ha trasladado a las redes; ha llegado la vuelta a clase y han aumentado los índices de ansiedad. "Se han encontrado con un grupo de convivencia reducido donde estaban sus acosadores.