Así lo ha manifestado a los agentes en la declaración que ha prestado, ya que antes no ha podido hacerlo debido al estado de shock en el que se encontraba tras el hallazgo de los cuerpos.
La mujer ha dicho que, pese a lo que se ha publicado, no estaba en proceso de separación de su marido, José Alberto G.L., quien, tras supuestamente ahogar a los pequeños, los tendió en la cama de un dormitorio de la casa y prendió fuego a la estancia antes de arrojarse a las vías del tren y morir. Salvo que se le "haya ido la cabeza", José Alberto no tenía motivos aparentes para cometer el doble crimen, ha dicho.
El presunto parricida se suicidó dejando una nota manuscrita, que los investigadores encontraron entre su ropa, en la que justificaba su acción para que los pequeños no sufrieran más, sobre todo por la parálisis cerebral que el mayor padecía.
José Alberto no trabajaba y estaba dedicado plenamente a la atención de su hijo mayor.