Con pena e indignación, una marea morada, negra y rosa ha inundado las calles de México, agitada por el truculento crimen de la joven Mara. "El feminicidio número 53 en lo que va de año en el estado mexicano de Puebla", lamenta una de las manifestantes.
Estudiante de Políticas, de 19 años, Mara decidió pedir un Cabify para volver tras unas tomar unas copas, creyendo que sería más seguro que un taxi. Llegó a su destino pero no a bajarse del coche. "Era una niña con ilusiones de vivir, con muchos proyectos de vida", confiesa con tristeza Gabriela Miranda, madre de la víctima.
Apareció muerta, en un barranco, envuelta en una sábana. La investigación ha demostrado que su conductor, Ricardo, se la llevó a un motel, donde la violó, golpeó y estranguló. La Fiscalía podría pedir para él más de 60 años de cárcel. Tras las críticas, Cabify México ha prometido endurecer la selección de sus conductores, y estudia otras medidas, como instalar botones del pánico en los coches, conectados con emergencias y la Policía.
Este es solo un caso más en un México donde hay siete feminicidios al día de media, y donde algunos incluso culpan y asedian a las víctimas como Mara en las redes sociales. Como si una mujer no tuviera derecho a hacer su vida como quiera.