Lucas ha fallecido en Beveren (Bélgica) con un peso de 4 kilos pese a tener siete meses de vida debido a la dieta que le pusieron sus padres, que alimentaron al pequeño con leche de quinoa sin tener en cuenta la opinión de los doctores.
Ambos poseían una tienda de comida natural y la dieta provocó la brutal pérdida de peso del bebé, que se redujo a la mitad de lo recomendado, según informa Metro. La autopsia reveló que el estómago del pequeño estaba vacío.
En el juicio se acusa a los padres por la muerte de su hijo al alimentarlo de forma inadecuada, ya que "los padres le autodiagnosticaron intolerancia a la lactosa y al gluten", según el fiscal, quien añade que "ningún doctor tiene un informe sobre Lucas y los servicios de protección infantil no sabían nada al respecto".
En vez de acudir a un hospital, los padres decidieron llevarle a un médico homeópata. "Nunca llevamos a Lucas a un médico porque no notamos nada inusual", explica el padre de Lucas, Peter. Mientras, su madre Sandrina añadía entre lágrimas: "A veces ganaba un poco de peso y otras veces lo perdía. Nunca deseamos la muerte a nuestro hijo".
Según la abogada de los padres, "Lucas tenía un probrema alimenticio. Le dieron calambres cuando fue alimentado con leche normal y buscaron otras alternativas... leche de avena, de arroz, de trigo sarraceno, de sémola y de quinoa. Todos estos productos se venden en su tienda".
Sin embargo, para el fiscal "esto equivale a negar intencionalmente los alimentos al bebé".
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