La Fiscalía y el abogado de la familia de Gabriel intentarán desmontar la versión de Ana Julia Quezada con varios argumentos:
El primero: que pudo dar marcha atrás. Ana Julia asegura que tras matar a Gabriel por accidente se quedó bloqueada. Pero según un informe encargado por la acusación, desde que golpeó al niño hasta que terminó matándolo por asfixia pasaron mínimo 40 minutos. Tiempo suficiente para arrepentirse, según la acusación.
La coartada es el segundo argumento que demostraría un asesinato planeado. Según ella, quiso confesar pero no se atrevió. "No pude decírselo a nadie. Llevé a mi hija y a un montón de gente allí (a la finca de Rodalquilar) para contar lo que había pasado, pero no pude", ha explicado entre sollozos en la sala.
Sin embargo, la acusación argumentará que nada más golpear al niño se pone a pintar para poder explicar qué había estado haciendo allí.
La acusación también usará la frialdad de Ana Julia durante la búsqueda. 11 días fingiendo ante la familia. Ella dice que estaba medicada y que no pensaba con claridad. "Me tomaba 4 o 5 pastillas diarias para poder calmar mi conciencia", ha añadido en su relato.
Para el abogado de la familia, una crueldad innecesaria que sólo se explica por un afán de causar daño. El psicólogo de la madre de Gabriel ha asegurado que el niño tenía miedo de Ana Julia.
La acusada asegura que tenía intención de suicidarse.
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