Cuando se desbordó el barranco del Poyo, el agua arrasó todo lo que encontraba a su paso porque corría por una autopista de alta velocidad e inundó localidades donde apenas había caído lluvia por la DANA.

Una catástrofe de tal magnitud hace que nos planteemos qué podemos hacer entonces para evitar una tragedia similar. Canalizar los ríos o limpiar sus cauces de vegetación, como hacen tantos ayuntamientos, no parece una buena idea.

"Si dejamos un canal sin nada de vegetación es muy probable que tengamos más velocidad y por tanto más poder destructivo", afirma Pau Fortuño, investigador de CREAF.

Ontinyent, también en Valencia, fue víctima de una enorme riada en 2019, y el ayuntamiento aprendió la lección. "Se derribó un barrio que se había inundado y se sustituyó por un parque inundable", recuerda Alfredo Ollero, profesor de la Universidad de Zaragoza.

Ese parque, con gran capacidad para retener el agua, ocupa el lugar donde antes había casas. "Necesitaremos zonas y espacios con mayor biodiversidad porque absorben muy bien el agua frente al hormigón, que lo que hace es arrastrar el agua y todo lo que lleva por delante", asegura Miguel Aguado, divulgador ambiental.

La Marjal del Alicante es capaz de almacenar hasta 45 metros cúbicos de agua. También habría que ensanchar cauces y riberas. Un tanque de tormentas como este, situado en Madrid, captura el agua de los colectores cuando llueve intensamente. Pequeños municipios como Tomares, en Sevilla, tienen el suyo. Pero lo más grave es haber edificado donde no se debía.

"Hemos invadido cauces, hemos construido donde no debíamos, hemos hecho infraestructura sin tener en cuenta lo que podía venir", comenta Alfredo Ollero. Y eso será lo más difícil de rectificar. No se puede trasladar ciudad enteras, pero como añade, "habrá otros lugares que habrá que abandonar o algunas infraestructuras que tendremos que diseñar de otra manera". Porque la ciencia advierte. Las DANAS crecen en frecuencia e intensidad.