10% menos de azúcar, sal y grasas y precisamente en los productos procesados, casi dos tercios de la las calorías que consumimos: es el compromiso al que ha llegado el Ministerio de Sanidad con la industria. Lo hará poco a poco hasta 2020.
Un paso importante, pero, ¿suficiente?: "Si se aplicase sería útil. El problema es que habitualmente este tipo de acuerdos voluntarios luego comprobamos que no se aplica", afirma Miguel Ángel Royo, investigador del Instituto de Salud Carlos III.
Para otros, un 10% menos supondrá menos obesidad o diabetes, menos envejecimiento prematuro, pero no acaba con el problema de fondo. "En lugar de querer aplicar medidas efectivas y políticas que realmente vayan en la dirección de reducir la alimentación insana como la publicidad infantil, el etiquetado, lo que hace es un lavado de imagen", añade Javier Guzmán, investigador de VSF Justicia alimentaria.
Porque cuando queremos cuidarnos, nos quitamos el azúcar del café, pero no esa otra que la industria pone para que sus productos nos estén más ricos."Salsas de tomate, fiambres de pavo o de pollo, zumos de fruta, caldos, sopas, sobre todo alimentos precocinados", explica María Luscina López, médico endocrina del centro Las Huertas.
Porque el pavo de cuando estamos a dieta, tiene hasta un 30% de azúcar y con tres cucharadas de salsa que le echemos a esa ensalada que creemos sanísima ya hemos consumido la cantidad recomendada de azúcar para un día.
Una ingesta excesiva que empieza desde pequeños con unos unos zumos envasados que nunca podrán sustituir una fruta que, al final, es lo que nunca engaña.
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