Justo hoy, hace 30 años, Anabel Segura salió a correr por los alrededores de su casa de La Moraleja y nunca volvió. Solo un jardinero fue testigo de su desaparición. Durante más de dos años, España siguió el caso en programas de televisión con récords de audiencia, mientras sus secuestradores llamaban una y otra vez a su familia para hacerle creer que su hija estaba viva.
Todo era mentira: Anabel fue asesinada tras solo 6 horas de secuestro.
Los secuestradores contactaron con la familia en más de 20 ocasiones, como se puede escuchar en el vídeo principal de esta información. Durante todo ese tiempo los secuestradores fueron incrementando las cantidades de dinero para el rescate llegando a pedir hasta 125 millones de pesetas a cambio de su liberación. Pero a la hora de la entrega, nadie se presentaba.
Los audios, en los que llegaban a suplantar a la joven de 19 años, resultaron clave para resolver el caso gracias a una técnica pionera y novedosa por aquellos años que conseguió descifrar el pasaporte vocal de Emilio. Los investigadores, solo por la voz, supieron que era de Toledo, su edad aproximada y que probablemente bebía. Los sonidos que rodeaban estas grabaciones también confirmaron las sospechas. En una de ellas se escuchaba de fondo jugar a unos niños, y se oía la palabra "bolo", un término muy toledano.
Dos años y cinco meses de falso secuestro
El 28 de septiembre de 1995 Emilio, Cándido y Felisa fueron detenidos. Dos años y cinco meses después de lo que parecía el secuestro más largo de la historia. Pero fue entonces cuando sus asesinos y la encubridora confesaron: Anabel solo estuvo 6 horas con vida. No supieron planificar bien el secuestro, y concluyeron matándola y enterrándola en una fábrica abandonada de ladrillos en Numancia de la Sagra, en Toledo.
Cándido Ortiz murió en la cárcel en 2009. Emilio Muñoz salió en libertad en 2013 tras pasar 18 años entre rejas, menos de la mitad de la condena. Y explicó con total frialdad ante las cámaras de laSexta Noticias por qué lo hicieron: rstaban mal de dinero, dieron varias vueltas en su furgoneta por La Moraleja, un barrio de alto poder adquisitivo de Madrid sin ver a nadie, hasta que por el retrovisor vieron "una chavalita haciendo footing". Era Anabel Segura. El secuestro se complicó, no tenían ningún plan para mantenerla retenida y decidieron acabar con su vida.
Hoy se cumplen tres décadas de aquel fatídico día que destrozó una familia y marcó a todo un país.
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