En la era de la información instantánea y las redes sociales, los rumores de muerte se propagan más rápido que nunca, dejando a sus víctimas, desde Noam Chomsky hasta Miguel Bosé, en la incómoda posición de tener que desmentir su propia muerte.

Hace un año vimos en la lista de trending topics de Twitter el nombre de José Luis Perales. ¿Qué le había pasado? Había muerto. Las reacciones fueron inmediatas y la realidad era otra: todo era una 'fake news'. Horas después, tampoco demasiadas, el propio artista colgaba un vídeo en su cuenta de la red social desmintiendo la noticia: "Os hablo desde Londres, un sitio maravilloso donde he pasado unos días con mis hijos y con mi mujer. Alguien, con mala idea, ha dicho que me he muerto, y estoy más vivo que nunca, más feliz que nunca, y mañana ya nos vamos a estar viendo en España".

Tras esta publicación, la cuenta mexicana decidió borrar el tuit y hacer como que no sabía nada. Ese mismo día, horas antes en Twitter, la editorial de Fernando Savater comunicaba su muerte, la cuenta era falsa y desapareció minutos después. No era la primera vez que sucedía, ya había pasado en más ocasiones con la exministra Elena Salgado, con el expresidente Felipe González o incluso con J.K. Rowling.

Detrás de muchas de estas falsas alarmas ha estado Tomasso Debenedetti, un escritor italiano conocido por crear noticias falsas para estudiar la difusión y credibilidad de las mismas en internet. Su objetivo, según él mismo ha declarado, es poner a prueba la vigilancia y credulidad del público en la era digital.

Pero las falsas muertes no son exclusivas de la era de las redes sociales. Miguel Bosé, por ejemplo, tuvo que desmentir su muerte en televisión después de que radio España la hubiese confirmado, explicando incluso cómo lloraban sus padres en el hospital. Ana Torroja también experimentó un incidente similar cuando una agencia de noticias (EFE) anunció su fallecimiento en 1982, un rumor que incluso su familia creyó debido a la seriedad del informe.

Desde figuras contemporáneas hasta clásicos literarios como Mark Twain, cuya falsa muerte fue reportada en 1897 a través de un telegrama al 'New York Journal' diciendo que "la noticia fue una exageración", ya que habían publicado un obituario.