Este martes, varias voces en la esfera política, desde Salvador Illa hasta Juan Lobato, han repetido lo mismo: la solución a la crisis de la vivienda en España es sencilla: construir más. Así lo afirma también un informe reciente del Banco de España, que estima que 600.000 viviendas en un año acabarían con la falta de acceso a la vivienda. Pero la pregunta clave sigue sin respuesta: ¿qué tipo de viviendas? No se trata de cualquier construcción, sino de vivienda pública, que es escasa y, al parecer, imposible de producir en cantidad suficiente.
¿Por qué no se construye vivienda social? La respuesta es compleja y profundamente enraizada en el sistema político y administrativo del país. Construir vivienda pública no es rentable políticamente. Las administraciones necesitan ponerse de acuerdo y, sobre todo, invertir enormes cantidades de dinero. Y, lo más crucial, los resultados no son inmediatos. Esta es una política a largo plazo que puede no beneficiar al gobierno actual, sino al que venga después. A esto se suma la reticencia de muchos ayuntamientos a gestionar alquileres sociales, una tarea que consideran complicada y conflictiva.
Desde 2011, la construcción de vivienda pública está prácticamente paralizada. Y la poca que se construyó en años anteriores ha seguido otro destino: se convirtió en vivienda libre con el paso del tiempo, entrando así en el circuito de especulación del mercado. Sin una regulación adecuada, la vivienda que se construya hoy se enfrentará al mismo destino si no se garantiza que sea pública de verdad y se limite a primera vivienda.
A largo plazo, la solución es clara: construir vivienda pública duradera. Pero ¿qué se puede hacer en el corto plazo? Una posible solución está en las más de 3 millones de viviendas vacías que existen en España. Sin embargo, el 45% de ellas están en municipios con menos de 10.000 habitantes, mientras la mayoría de la población reside en grandes ciudades. Así que, aunque parece haber un recurso disponible, la distribución geográfica de las viviendas vacías limita su impacto en las zonas donde realmente se necesita.
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Mientras los líderes políticos siguen proponiendo "construir" como solución, la realidad es que sin una estrategia integral, el problema de la vivienda en España no hará más que seguir aumentando.
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