La residencia de Llíria investigada vuelve a estar bajo lupa esta semana con el inicio de las testificaciones por parte de los afectados. El abandono al que presuntamente sometieron los trabajadores a los ancianos residentes son el motivo de unas denuncias que vienen de lejos.
En Liarla Pardo, hablamos con dos familiares afectados por la situación de estos residentes. La madre de Carlos, de 60 años, habría sufrido abusos sexuales durante tres años, una situación “complicada”, asegura. “Te entra mucha rabia e impotencia. Es una persona indefensa, no se puede defender... es muy complicado”, comenta.
En el caso de la suegra de Leo, que sigue ingresada en el centro, le encontraron una escara al bajarle el calcetín durante una de sus visitas. “La residencia no nos había informado de nada. Tenía muy mala pinta y muy mal olor. Tuvimos que llevarla al centro de salud y nos confirmó que las curas no habían sido correctas”, cuenta.
Ambas han perdido mucho peso durante su estancia, algo que, en el caso de la madre de Carlos, achacaban a su enfermedad. “Mi madre cuando salió de aquí pesaba 40 kilos, apenas se podía mover, casi ni hablaba... todo eso lo ha recuperado. Cuando es una enfermedad, la persona no se recupera, mi madre recuperó 9-10 kilos en diez-quince días”, responde.