Prescribe el triple crimen de Burgos al cumplirse 20 años del asesinato. En la madrugada de 8 de junio de 2004 un matrimonio y su hijo de 12 años fueron cosidos a puñaladas en su casa. El principal sospechoso fue siempre el hijo mayor de esa pareja, Rodrigo Barrio, pero las fuerzas de seguridad del Estado no consiguieron conseguido encontrar pruebas suficientes contra él. Al tiempo surgió un nuevo sospechoso, un vecino que pintó sobre una de las tumbas.

"La tesis que comparte parte de la familia de su madre, recuerdo que los tíos paternos se personaron como acusación particular, siguen defendiendo que fue el hermano mayor, que odiaba a su hermano", comenta Beatriz de Vicente en Más Vale Tarde, donde recuerda que tanto el hermano como el padre recibieron "el mismo número de puñaladas". Lo que evidencia un "odio y rabia desmedidas".

En este vídeo, la criminóloga explica que un médico forense le contó lo que tardaba una persona en dar diez puñaladas, "porque el cuerpo se tensa y genera resistencia". Por lo que, según sus cálculos, esto implica que, en "dar 125 puñaladas, se tarda más de media". Por lo que el culpable estuvo más de 30 minutos apuñalando a cada una de sus víctimas.