Alberto Chicote estrenaba nueva temporada de Pesadilla en la Cocina en Nicasso, un restaurante donde para que le hicieran caso tuvo que remover cielo y tierra. Ubicado en Barcelona, a los mandos de la nave conocíamos a Manel, un hostelero desorganizado y caótico que, tras el fracaso de su anterior negocio y con una dura historia a sus espaldas, no encontraba el camino correcto para volver a llevar a flote su negocio.

Así es el restaurante Nicasso, todo un nido de problemas

Cucarachas en barra y cocina que solo desaparecen con un soplete, falta de limpieza, una instalación eléctrica que pende de un hilo, gritos constantes, una ventilación deficiente que inunda el local de humo nada más empezar los servicios y un gato negro milagroso que se pasea a sus anchas por el restaurante, han sido entre otros, son los peores protagonistas del Nicasso. Un restaurante a la deriva y con un capitán, Manel, sin rumbo.

Manel, un 'meme' andante

Intentado arreglar una instalación eléctrica que parecía estar a punto de arder, contando la anécdota de su milagroso gato negro, confesando a Chicote el ultimátum de su madre con el que dejó el alcohol o broncas en pleno servicio que han sacado de sus casillas al chef de Pesadilla. Manel ha sido el gran descubrimiento del primer programa de la nueva temporada.

Quemando las cucarachas con un soplete

La cara de Alberto as escuchar de la boca de Gabriela que mataban las cucarachas con un soplete fue para enmarcar. La camarera aprovechó sus ratos en el programa para soltar todo lo que su jefe le había dicho que no podía contar como, por ejemplo, el problema con las cucarachas. El "salvaje truco" de quemarlas con el soplete no lo vio venir ni Chicote, ni los espectadores.

Las peleas entre el dueño y la camarera del Nicasso

En el vídeo que acompaña esta noticia vemos el momento en el que Manel, fuera de control, comenzaba una auténtica batalla campal con sus empleadas que acabó con varias copas rotas. "Si él me da gritos, yo grito. Quiere decir, si tú me lanzas flor, yo hago un jardín, pero, si tú me lanzas puñaladas, yo te lanzo pistolas, ¿vale?", sentenció Gabriela, camarera del Nicasso, dejando para la historia de Pesadilla en la cocina otra memorable frase.