Ni reforma, ni charla, ni nada
"Es el peor servicio de reapertura en 11 años": el lamento de Chicote tras el desastre en Nicasso
Es la reapertura del restaurante tras la reforma hecha por el equipo de Pesadilla en la cocina. Llega el momento de saber si el trabajo que Alberto Chicote y su equipo han hecho en el Nicasso ha servido para algo... o no.
A pesar de que su fachada permanece intacta, el interior del Nicasso ha cambiado por completo. El restaurante parece otro y Manel, su propietario, había prometido cambiar también él de manera radical. Sin embargo, según puede apreciar Chicote, no lo ha conseguido...o no lo ha intentado.
Los gritos, los malos modos y los encontronazos con sus empleadas son los platos principales de este servicio de reapertura que Chicote califica como el peor en toda la historia de Pesadilla en la cocina. Manel va de un sitio a otro, pegando bandazos y vociferando a diestro y siniestro. Alberto no puede más. "Pero, ¿dónde vas? ¿Dónde vas? Pero, ¿dónde va? ¿Dónde va? ¡Ven aquí! ¡Joder, la hostia! No, no, no. No puede ser, si acabamos de empezar", dice en un momento tan cómico como tenso.
Gabriela rompe copas en el salón, ¿o lo hace su jefe? Chicote escucha el ruido y acude asustado tras haber salido del restaurante en busca de un poco de aire. "Haced lo que queráis, que yo mañana me voy. Y me voy con la conciencia bien tranquila, que sé que mi trabajo está hecho perfecto", lamenta el popular chef.
Así es el Nicasso, el restaurante de Pesadilla en la cocina
En su primera visita al Nicasso, el chef Alberto Chicote encontraba una fachada pintoresca que nada hacía aventurar el caos de su interior. Un local que se anunciaba como experto en comida mediterránea, rodeado del turismo que proporciona la ciudad de Barcelona.
Dirigido por Manel, el Nicasso vivía sus peores momentos sumido en un desorden y caos que llegaba hasta la cocina. Cucarachas por todas partes, cables sueltos, lámparas que se caen en mitad del servicio y un gato curandero, Chicote encuentra la guinda del pastel cuando descubre la absoluta falta de limpieza que se respira, incluso, por el humo que inunda el local.
Un restaurante completamente a la deriva que, antes de la llegada del chef Alberto Chicote y de todo el equipo de Pesadilla en la Cocina, amenazaba con llevarse por delante las últimas esperanzas de su dueño.
Chicote comienza a encontrar dónde tirar del hilo cuando descubre el mayor de los problemas contra el que batalla Manel: su problema con el alcoholismo que llegó incluso a separarle de su hijo durante cinco años.
El chef Alberto Chicote hará todo lo posible por salvar el Nicasso durante su servicio de reapertura, lo que supondría también la salvación de lo que se ha convertido en el único techo de Manel desde que instaló su habitación dentro del restaurante.