"Es una compañía que no quiere ver el daño, que no lo quiere entender, que no lo quiere minimizar". En estos términos tan duros habla Arturo Béjar, exingeniero de Facebook, de su antigua empresa.

El que fuera responsable de Protección y Cuidado de la plataforma realizó durante su segunda etapa en la compañía un revelador estudio sobre los daños que estaban sufriendo los usuarios de Instagram, particularmente los niños. Sin embargo, según denuncia en Salvados, la empresa no adoptó medidas tras conocer los resultados.

El motivo, sostiene Béjar, es que los directivos de Meta "no quieren saber cuando un menor tiene acoso sexual, no quieren saber cuando un menor se encuentra un contenido de suicidio que no viola las reglas" ni "cuando un contenido violento te deja una ráfaga de daño". "Lo que quieren hacer es servir más y más y más y tenerte el mayor tiempo posible en sus productos", asevera.

A la pregunta de Gonzo de por qué la empresa no quiere saber nada de esto, la respuesta del exdirectivo es clara: "Creo que porque Mark [Zuckerberg] no quiere saber". "Si él quisiera mañana decir: 'No quiero que ningún adolescente sea expuesto a contenido de suicidio o contenido violento', en tres a seis meses eso desaparece", asegura. "Tienen la capacidad", insiste.

Sin embargo, en los dos años que pasó como asesor de Instagram, no llegó a hablar cara a cara con Zuckerberg. "Él se ha tratado de distanciar de todas estas conversaciones", afirma el ingeniero, que cuenta que el fundador de Facebook "creó una serie de gentes alrededor de él para protegerlo y no había manera de hacerle llegar información".

¿Cómo logró entonces trasladarle los alarmantes resultados del estudio que había llevado a cabo? "Le mandé un correo", explica Béjar. Fue después de que otra exempleada de Facebook, Frances Haugen, filtrara a la prensa y denunciara públicamente las malas prácticas de la compañía. La respuesta de Zuckerberg, recuerda el ingeniero, fue escribir una nota a sus empleados que, a juicio de Béjar, contenía "las peores mentiras".

"Decía que para él era terrible que a un menor le pasara algo, que algo fuera amplificado a través de Facebook, que eso era lo peor.... Mientras yo estaba con datos de millones y millones y millones de adolescentes viviendo eso cada semana", denuncia el exdirectivo. "Vi esa nota y me puse muy nervioso", reconoce Béjar, que envió a Zuckerberg los datos de su estudio la misma noche en que Haugen testificó. "Fue la única persona que no me contestó de toda la gente a la que escribí", revela.

Ese mismo correo electrónico se proyectaría en el Senado de Estados Unidos mientras Zuckerberg comparecía para dar explicaciones sobre el daño que sus redes sociales estaban causando a los menores.