Entrevista al 'trader'

La confesión de Gary, el especulador arrepentido que no era feliz ganando varios millones al año

Los secretos de la especulación¿Cómo un 'trader' multimillonario se acaba convirtiendo en un activista contra la desigualdad? laSexta Columna viaja a Londres para entrevistar a Gary Stevenson, un economista de origen muy humilde. Analizamos con él la crisis de la vivienda y, de paso, la de nuestro sistema.

Los secretos de la especulación¿Cómo un 'trader' multimillonario se acaba convirtiendo en un activista contra la desigualdad? laSexta Columna viaja a Londres para entrevistar a Gary Stevenson, un economista de origen muy humilde. Analizamos con él la crisis de la vivienda y, de paso, la de nuestro sistema.

A Gary Stevenson un día le escribieron una cifra en un papel. Era su primer plus tras un año entero en Citibank. Aún era un novato en el rascacielos, pero había hecho sus indagaciones y, por lo que había podido averiguar, esperaba que esa cantidad rondase las 100.000 libras. No está mal para un chico pobre de 23 años, criado a las afueras de Londres y al que habían expulsado del instituto por vender cannabis. 100.000 libras era más dinero del que ganaría su padre como funcionario de correos en casi 5 años.

Pero cuando Gary leyó la cifra que le acaba de escribir su jefe en un trozo de papel, descubrió que su recompensa rozaba las 400.000 libras. Al año siguiente, aún más. Y, dos años después, le pagaron casi 2,5 millones en el mismo plus. Era el reconocimiento a un joven que ahora, años después, asegura haber llegado a ser el empleado más rentable de uno de los mayores bancos del mundo.

Gary Stevenson ingresó, por tanto, en el club de los multimillonarios. Pero por su aspecto o el de su piso en Londres, nadie diría que es rico. Nos recibe en chándal y una sudadera con capucha, pasa el día descalzo y no se esfuerza en disimular el desorden propio de alguien que no dedica demasiado tiempo a su casa ni cuenta con servicio doméstico.

— No pareces rico. ¿Lo eres?

— Bueno, no soy Elon Musk, pero sí... soy relativamente rico. Multimillonario.

La misma cabeza que voló cuando vio aquellas 400.000 libras escritas en un papel, decidió años después que no era feliz ganando varios millones al año. Que en realidad estaba arruinando su vida jugando a un juego, el del dinero, que ni le divertía ni le permitía disfrutar de las cosas realmente importantes.

En sus años como 'trader' en la cima de las altas finanzas, Gary perdió varias novias, unos cuantos amigos y uno de sus grandes placeres de juventud: ir al fútbol los fines de semana con su padre a ver al Leyton Orient, un pequeño equipo de la tercera división británica, "el único club que nos podíamos permitir". 23 libras por el abono anual distaban mucho de las tarifas del Arsenal, el Chelsea o el West Ham.

Pero entonces ingresó en la élite de la banca y comenzaron a regalarle aquellas entradas que antes resultaban inalcanzables. "Esta noche juega Inglaterra, ¿quieres venir?". Gary acudió a Wembley, se tomó unas cervezas en el descanso con sus compañeros y, al arrancar el segundo tiempo era el único que tenía interés por seguir el partido. Resulta que la grada cubierta, la de los palcos VIP, está prácticamente vacía cuando arranca la segunda parte... porque a los dueños de esas entradas les da exactamente igual el partido. "En aquel momento no era consciente, pero nos está diciendo algo sobre la desigualdad: las mejores cosas van para quienes ni siquiera las aprecian". Gary señala a la ventana, desde la que se ven los barcos atracados en los Docklands: "Pasa lo mismo aquí abajo. Hay gente viviendo en botes muy pequeños, pero a los yates gigantescos no va nunca nadie. Es que ni se mueven".

La vivienda centra parte de nuestra entrevista. Porque, para Gary, la desigualdad no es una batalla ideológica entre el bien y el mal, entre la codicia y la justicia social. Para él, el problema es matemático y cristalino como un teorema: "Cuanto más ricos son ellos y más pobre eres tú, más vas a tener que pagar para permitirte una casa".

Habla de los ricos muy ricos, de los grandes fondos, de las grandes corporaciones que manejan cifras astronómicas y que, según él, se ven abocadas a comprar los activos de las clases medias porque no pueden hacer otra cosa con su dinero. "¿Cuánto puedes gastar si ganas medio millón cada semana? Porque no vas a gastarte medio millón, ¿verdad? No hay forma de gastarte ni 10.000 libras en una semana. Bueno, pues ellos van a gastar 50.000 en una semana para vivir como reyes, pero con las otras 450.000 lo único que pueden hacer es comprar el resto de activos. Así que empiezan a comportarse como un agujero negro. Lo único que pueden hacer es comprar los activos de la clase media y de los gobiernos. Por eso las generaciones jóvenes no pueden ser propietarios como sí fueron sus padres".