En esa España que llevaba décadas hecha para mujeres de su casa, irrumpía la fortaleza de Lola Flores. Una folclórica que rompía con la imagen de la mujer como ama de casa y perfecta madre.

"A las folclóricas, en general, y a Lola Flores en particular, siempre se le ha vigilado mucho la cuestión de la maternidad. Ellas no solo eran, generalmente, el sustento de su casa, sino que trabajaban en giras larguísimas, muchas veces recorriendo el mundo. Esto hizo que se cuestionara cómo llevaban a cabo esa maternidad, cosa que en el caso de los hombres no sucedía" explica Lidia García, autora de '¡Ay, campaneras!'

Lola Flores era la matriarca, la que triunfaba en la familia y la que también mostró a las mujeres que podían ser y vestir como quisieran sin importar lo que dijera el marido.

En un reportaje de la revista Lecturas en 1971 aparece con vestidos que muestran pierna y un mensajito a su marido: "Si al Pescadilla no le hace gracia, que se acostumbre".

"Una particularidad de Lola Flores era la libertad con la que siempre se expresó con respecto a temas como las drogas, la prostitución y el deseo femenino", añade Lidia García.

En una miniserie de 1994, 'El coraje de vivir', Lola Flores conquistaba el plató de televisión. La artista recorría su vida sin saltarse ningún paso.

Habló de su relación con el cantaor Manolo Caracol y confesó que la maltrató. "Al poco tiempo, en la relación sentimental entre Caracol y yo, no todo eran mieles [...] celos, insultos delante de la gente, me maltrataba, lo que sufrían mis padres y mi hermano me decía que lo dejara porque sería una ruina para mí", explicaba.

Un testimonio que llegó antes que la confesión de Ana Orantes en 1997, la mujer que tras contar su maltrato fue asesinada por su exmarido.

Incluso antes que ella, Lola Flores había denunciado en público lo que todavía era tabú. "Lola Flores y Manolo Caracol tuvieron una relación personal turbulenta y marcada por la violencia, lo contó la propia Lola Flores, que fue una adelantada a su tiempo", recuerda Lidia García.