Luz al final del tunel
Ruta por el epicentro de la 'zona cero' de la DANA: ruinas, rabia y muchas obras tres meses después de la tragedia
¿Cómo se acomete la tarea de reconstrucción tras una catástrofe? A esta y otras preguntas intenta responder laSexta Columna en un reportaje en el que ponemos cara a las grandes dificultades que hacen frente los valencianos 100 días después de la catástrofe.
![Ruta por el epicentro de la 'zona cero' de la DANA: ruinas, rabia y muchas obras tres meses después de la tragedia ¿Cómo se acomete la tarea de reconstrucción tras una catástrofe? A esta y otras preguntas intenta responder laSexta Columna en un reportaje en el que ponemos cara a las grandes dificultades que hacen frente los valencianos 100 días después de la catástrofe.](https://fotografias.lasexta.com/clipping/cmsimages02/2025/02/07/49FF479F-9ECD-4BFC-96DA-01B40BA6FA41/ruta-epicentro-zona-cero-dana-ruinas-rabia-muchas-obras-tres-meses-despues-tragedia_160.jpg?crop=1920,1080,x0,y0&width=544&height=306&optimize=low&format=webply)
Tres meses después de la DANA en la Comunitat Valenciana, el sentimiento de toda la comarca es una tristeza profunda por las vidas humanas perdidas y la indignación por unas ayudas económicas lentas e insuficientes. "He pasado de tener la vida organizada y controlada a vivir de prestado en todos los ámbitos" cuenta uno de los afectados. En laSexta Columna hemos recorrido los municipios damnificados para comprobar cómo se desarrollan los trabajos de reconstrucción tras la tragedia natural más devastadora de nuestra historia reciente.
Hasta 28 municipios valencianos mantienen activo aún el nivel 2 de emergencia. En otros, la salida de lo más grave de la crisis se ha solapado con la reconstrucción. Precisamente, esta palabra le queda muy grande a Juan Ángel, vecino de Catarroja. Su casa será derribada por los daños estructurales derivados de la DANA. Quedamos con él en lo que fue su hogar, ahora acordonado por vallas metálicas, a escasos cien metros del barranco del Poyo. Ha pedido permiso en la fábrica donde trabaja para acudir a nuestra entrevista.
A su llegada, nos enseña la gran cicatriz que atraviesa su casa. Juan Ángel trabaja en una empresa que se dedica a productos químicos, pinturas, masillas y cementos: "Una vida normal con mi familia con mis dos hijas pequeñas, aquí en mi casa, con mi mujer pagando la hipoteca como todo el mundo. Rutinaria, vamos; normal". Su vida corriente se resquebrajó la noche del 29 de octubre, cuando el agua empezó a subir. Encerrados en el piso de arriba, no dejaron de grabar lo que ocurría. Nadie durmió esa noche y al amanecer se habían quedado sin batería, incomunicados y sin luz.
"He pasado de tener la vida organizada y controlada a vivir de prestado en todos los ámbitos"
Juan Ángel lo cuenta todavía emocionado frente a la grieta mortal que apareció unos días después. Desalojados desde el 4 de noviembre, su vida y la de su familia se define en una sola palabra: "Prestado". Esto es, prácticamente con lo puesto. Lo primero que hicieron fue echar mano de los amigos. Después, su empresa les facilitó una vivienda provisional y un coche. La solidaridad no deja a nadie atrás ni se entretiene en peleas políticas.
A Juan Ángel se le escapa un suspiro. Sus hijas, de siete y doce años, dejaron todas sus cosas en la casa. No hay día que no le pregunten cuándo podrán volver: "He pasado de tener la vida organizada y controlada a vivir de prestado en todos los ámbitos". Mientras tanto, paga su hipoteca, 85.000 euros a fondo perdido. No ha cobrado del seguro de la casa y se encoge al pensar en el futuro.
Avalancha de peticiones de ayuda
No está solo. Los valencianos han inundado el Consorcio de Compensación de Seguros con una avalancha de solicitudes de siniestros: 239.128 en total. Frente a las críticas del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, sobre la lentitud de las indemnizaciones del Consorcio, su directora, Flavia Rodríguez-Ponga, nos asegura que en estos tres meses se han pagado 1.500 millones, el equivalente a lo que paga el Consorcio en tres años.
"Estamos comprometidos en atenderles y lo estamos haciendo cada día. Aquel que todavía no ha recibido el pago, que tenga la tranquilidad de que el Consorcio va a atender su petición", asegura Rodríguez-Ponga, que pide tranquilidad. Pero el enfrentamiento político entre el Gobierno central y el autonómico no invita a la calma. Las acusaciones cruzadas y los reproches por la cuantía y la tardanza en las ayudas han generado desinformación y desconfianza. Por eso, hay gente que no está pidiendo las ayudas que le corresponden por miedo a tener que devolverlas.
Dando la cara
¿Dónde está el agua y la comida? ¿Qué pasa con los ascensores? Estas son algunas de las muchas reivindicaciones y quejas de los vecinos tras la tragedia. Ellos componen la imagen del colapso de todo un pueblo en las salas de plenos. Hay mucho nerviosismo, rabia, dolor y sensación de caos continua. Especialmente en Paiporta, zona cero. Aquí se aprecia el mayor ejemplo de la desigualdad en la reconstrucción. Todo son obras. Eso es lo que más se escucha, obras y camiones de agua. El ruido de la radial cortando cierres metálicos, el pavimento de las aceras.
Se ven aún muchos efectivos del Ejército: cavando zanjas, limpiando garajes, en puntos de suministro de alimentos. "Paiporta sigue en estado de emergencia porque tenemos muchas necesidades básicas sin cubrir", explica Maribel Albalat, su alcaldesa. La más acuciante, el arreglo de los ascensores. Los peritos del seguro no llegan y hay personas con movilidad reducida que llevan 90 días sin ver la calle: "Entendemos la desesperación de los vecinos, no hemos dejado de trabajar y seguiremos haciéndolo, no paramos", dice Maribel Albalat.
Aún es pronto para hablar de reconstrucción. Las calles están limpias, pero con la pátina del barro, la mayoría de las tiendas están cerradas. Sus fachadas, en cambio, se abren a la calle, aireándose, sin prisa, pero sin pausa.