¿Y si fueran los objetos cotidianos, invisibles para otros, los que contaran nuestra historia? Como aquel trineo que marcó a Ciudadano Kane...
El chicle de Nina Simone
Pocos años antes de morir, en 1999, una cansada Nina Simone dio su último concierto en Londres. Nada más sentarse al piano se sacó un chicle de la boca y lo dejó sobre el instrumento. Al terminar el concierto, el músico Warren Ellis, mano derecha de Nick Cave, se subió al escenario y se llevó la toalla de la cantante con el chicle dentro.
Para él, el chicle no solo contaba la historia de un concierto, estaba pasando un mal momento personal y ese insignificante objeto se convirtió en testigo de algo mágico. Durante años lo guardó y lo llevó siempre con él de gira, hasta que en 2020 acabó expuesto en un museo de Copenhague. De él sacó un molde y lo reprodujo... y ahora todo eso lo ha contado en 'El chicle de Nina Simone', un libro que ya es parte de la historia de otros.
Vestidos de un país
El viaje inverso a otro objeto cotidiano que solo podrá exponerse el siglo que viene a petición de la familia. El famoso Chanel rosa que Jackie Kennedy vistió el día que asesinaron a su marido. Un traje que cuenta la historia del sufrimiento de una mujer y a través de él, el de todo un país. El mismo que se quedó perplejo cuando otra mancha en otro vestido casi acaba con la carrera de otro presidente, Bill Clinton, y que podría haber costado millones.
Y es que el valor de un chicle o un trozo de tela, es el que nosotros queramos darle. Como un papel escondido en un bolsillo, que si lleva escrito de puño y letra de Antonio Machado "estos días azules y este sol de la infancia", no es solo un papel, es otra historia.