A Eddy de Wind le tocó aprenderlo con insultos, con palizas, y con trabajos inhumanos. Era un médico holandés judío que entró en Auschwitz siguiendo la pista de su madre desaparecida. El cómo hizo frente a este horror se cuenta en 'Auschwitz, última parada' (Espasa, 2019). Un libro especial porque es el único que se escribió dentro del propio campo de concentración. De Wind se dio cuenta de que toda aquella barbarie tenía que documentarse para que nunca se olvidase.
Alter ego
Página a página vamos viviendo junto a Eddy. Bueno, junto a Hans. Porque su experiencia fue tan horrible que tuvo que inventarse un alter ego para distanciarse un poco. Era demasiado doloroso. Con Hans experimentaremos la dureza de los trabajos forzados, los estratos sociales, los experimentos médicos que los nazis perpetraban con las mujeres judías y el contrabando: la moneda de cambio con la que, si tenías un poco de habilidad, podías tener una vida un pelín más llevadera.
Secuelas eternas
Al final en Auschwitz había una rutina, pero... nunca podías confiarte. Cualquier descuido te llevaba a la cámara de gas. Él se libró. Y su mujer también. Pero no pudieron huir de los recuerdos. Esos se quedaron con ellos de por vida.