Los sanitarios y epidemiólogos informaron de la necesidad de llevar mascarillas, gafas y guantes por la proliferación de bacterias, virus y patógenos con capacidad infectiva debida al estancamiento del agua por la DANA. El barro, la mezcla de aceites, gasolina y aguas fecales que hacen de la sopa fangosa que inunda toda la provincia de Valencia un agente patógeno no es el único peligro porque crea las condiciones perfectas para que la peste parda del fascismo surja desde el fango y se convierta en turba. Aquellos que son responsables del discurso negacionista sobre la crisis climática se quieren convertir en solución para el dolor que ellos mismos provocan.
Los grupos ultras son como una infección vírica que acude cuando el cuerpo está débil. Es lo que mejor saben hacer, explotar el dolor del pueblo en su beneficio sin importarles nada más que el provecho que puedan sacar para medrar. Los grupos de extrema derecha han ido a Paiporta porque saben que donde el Estado no aparece o la percepción de incertidumbre inunda las almas de quien sufre es la única manera en la que tienen posibilidades de lograr rédito político. La extrema derecha solo acude donde considera que tiene posibilidades de instrumentalizarlo en beneficio propio, nunca jamás ayudará de forma altruista, sino como un medio para lograr poder. Grupos marginales de fascistas como Revuelta, Democracia Nacional, o España 2000 no tendrían nada que hacer en condiciones normales. Por eso hay que actuar de manera firme para que las condiciones de los valencianos mejoren de manera sustancial y de forma rápida. Solo así se les achicará espacio.
Los primeros momentos en los que se produjo el ataque a la comitiva del rey, el presidente del Gobierno y el president de la Generalitat hubo una izquierda desubicada que lo celebró como una exhibición revolucionaria del pueblo que por fin se unía en pos de una pulsión republicana. Es dramático ver cómo no están entendiendo nada del momento de época y creen que de un discurso que considere que Pedro Sánchez y Carlos Mazón son el enemigo por igual puede darles algún rédito. No hay nadie fuera de los círculos más militantes, que son cada vez más estrechos, que distinga entre Sumar y Podemos. Para la inmensa mayoría son lo mismo y lo que afecte a uno afectará al otro. Cuando el fascismo asoma se juzgará con saña a quien ejerce de quintacolumnista desde empresas que solo buscan aumentar la recaudación.
La izquierda social y política tiene que entender que el contexto actual no es el del 15M y que su presencia en las instituciones, ellos son el Gobierno porque así lo decidieron, los hace ser el sistema. Les guste o no serlo, para el pueblo de hoy la izquierda es el equivalente al sistema. No importa lo que se es, sino lo que se percibe. Hubo un tiempo contestatario hace diez años que ya pasó, un tiempo en el que se podía poner en cuestión el orden establecido, la Constitución y el sistema democrático falible, pero ahora quien capitaliza ese discurso no es la izquierda, sino la extrema derecha que se atreve a hacer algo que nunca hizo la izquierda como atacar fisicamente a Felipe VI y la reina Letizia.
No hay nada que la izquierda pueda sacar de un escenario de caos y antipolítica porque estamos más cerca de una marcha negra que de una revolución transformadora y de progreso. La única prioridad tiene que ser ayudar con todo a los valencianos y demostrar que solo el pueblo salva al pueblo organizado a través del Estado. Es el momento que nos toca ocupar. Porque son los servicios públicos y un Estado fuerte el que tiene que demostrar que la gente estará cuidada y atendida por aquellos elegidos por el pueblo a través de las urnas. El fascismo está velando armas entre el barro de Paiporta y de nosotros depende sepultarlos en el fango.