Existe una percepción errónea en la opinión pública. No hay un problema con la vivienda. Es mentira. No es verdad. La vivienda funciona perfectamente en los términos exactos en los que se quiere que funcione. Las políticas de vivienda que el PSOE y el PP llevan haciendo durante décadas están destinadas a garantizar la especulación, la propiedad privada en materia de vivienda y el derecho del rentista a engordar su capital a cuenta del esfuerzo de la clase trabajadora. Puede que piensen que hay un problema de vivienda porque están buscando dónde vivir, pero no lo dirían si son el casero que se saca una rentabilidad próxima al 10%.
Con el PSOE y la vivienda siempre hay una sensación de frustración agónica. Cuando da un paso en la dirección correcta siempre es tardío, exiguo y da la sensación de que nunca irá más lejos hasta que ya es demasiado tarde. En España, el problema de la vivienda es tan acuciante que en 2008 ya era demasiado tarde y en los seis años que el PSOE gobierna en coalición con Unidas Podemos y Sumar solo ha empeorado sin que se lo tomen en serio. La ley de Vivienda fue homeopatía inmobiliaria celebrada como el medicamento que acabaría con el cáncer y el tiempo solo ha dado la razón a los que advertíamos que solo era propaganda para que justificaran su sueldo unos y otros. La única medida en la línea adecuada fue tenue, timorata y excepcional con la eliminación de los visados para ricos que adquieran vivienda. Las golden visa siempre han sido una vergüenza y eliminarlas está bien, pero hoy ya es algo residual y sirve solo para que el PSOE mantenga su apariencia progresista sin aportar medidas sustanciales. La medida que habría que tomar en esa línea sería la prohibición de comprar vivienda a fondos y extranjeros no residentes. Ni a eso se atreven.
El papel de Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda, no ha hecho más que profundizar el papel que el PSOE siempre ha mantenido en esta política pública. Lo primero, y por encima de todo, es que los de Ferraz nunca van a poner en cuestión el dogma de la propiedad privada y la posibilidad de especular con un bien de primera necesidad. Nunca. Jamás. Por eso nunca aportarán una salida a quienes tienen problemas de acceso a la vivienda y garantizarán que los rentistas sigan pagando las hipotecas de sus inversiones con la renta del trabajo de los más vulnerables. La radicalidad con la que habría que afrontar el problema de la vivienda nunca estará encima de la mesa del PSOE y la correlación de fuerzas y debilidades que hay en el Congreso, siendo dependiente del partido de los pisotenientes catalanes de Junts, hará imposible que desde el legislativo se presione al ejecutivo en esa dirección. Tampoco es necesario que se esfuercen en Junts para unirse al PP y VOX en la protección del rentista, el PSOE jamás los pondrá en peligro.
El PSOE cree que no hay que perturbar a los propietarios y que la vivienda es un bien de mercado porque su votante es uno de los estratos sociales que ya tienen en su mayoría garantizada la vivienda y un alto porcentaje puede ser pequeño rentista al que el hecho de poner en cuestión su patrimonio le espantaría. Eso está determinado por la sociología clasemediera del votante tipo del PSOE que en su mayoría más fiel está formado por funcionarios, mayores de 50 años y pequeños propietarios con un perfil de riesgo conservador. El votante del PSOE que se mantiene fiel al partido desde la transición y que sigue fichando en los mitines es de izquierdas porque le gusta Pedro Sánchez, estuvo contra el franquismo y le cae muy mal Ayuso, pero si le hablas de medidas en contra de la propiedad privada, regulación de alquileres y le hablas de los okupas durante diez minutos pasa a leguinizarse antes de que lo publiques en el BOE. El votante al que el PSOE no quiere perturbar y determina su masa troncal ya tiene piso en propiedad y no le afecta el acceso a la vivienda surgida después de la burbuja inmobiliaria, muy posiblemente se beneficie del alza de los precios y considere que es un derecho especular con la vivienda y ayudar a su hijo a pagarse su vivienda con la renta extraída a los que llegaron tarde a la fiesta inmobiliaria.
La visión a corto plazo que da la razón al PSOE para no cambiar nada será un espejismo en el futuro porque llegará un momento en el que el estrato sociológico del que beben en Ferraz desaparecerá. En no mucho tiempo, 15 o 20 años, llegará a la jubilación una generación que no tendrá vivienda en propiedad y que acabará en la miseria con pensiones que solo permiten dignidad si no tienes que dedicar la mayoría de esa pensión al pago de un alquiler. La pensión media en España es de 1.255 euros, no hace falta que explique lo que implica ese montante si no has conseguido tener vivienda en propiedad y hay que pagarse un alquiler. La miseria llegará a los votantes del PSOE cuando se mueran sus rentistas y no gobernarán en décadas. Puede que en Ferraz no lo sepan aún, pero sin garantizar el acceso a la vivienda y promoviendo un estado mental individualista que convierte en anatema cuestionar el derecho a la propiedad en materia de vivienda están convirtiendo España en el erial que es hoy Madrid para la izquierda. Están cultivando votantes de Ayuso y recogerán votantes ultras.