Los trofeos no dejaron ver la necesidad de mejorar, de seguir estando en la élite del fútbol mundial. El trono era demasiado bonito como para pensar que alguien se lo podía arrebatar pronto. Han pasado 13 años desde el debut de Messi ante el Espanyol, la historia más brillante del Barcelona, en la que han pasado por el ciclo ganador más arrollador que se recuerda y que, ahora, pisa el terreno de los mortales.
Remontémonos hasta el año 2004, momento en el que Messi hace su irrupción en el mundo del fútbol. En ese equipo, ya había gran parte de la columna vertebral que sustentaría al Barcelona en los años venideros, con Valdés en portería, Puyol liderando la defensa, Xavi en el centro del campo y Eto'o y Ronaldinho como estrellas. El banquillo también tenía nombres conocidos, como el de Iniesta o Motta, aunque la estrella por explotar era Messi.
Ese año, el Barça ganó la Liga de la mano de Rijkaard, el hombre que empezó a cimentar lo que sería el Barcelona más dominador de todos los tiempos. Tendrían que pasar cuatro temporadas, con un triplete incluído, hasta la llegada de Guardiola al equipo, momento clave en la historia culé.
Ahí el once cambió bastante, con la vuelta de Piqué y los fichajes de Dani Alves o Henry entre otros. Seguían Iniesta, Puyol, Valdés y Xavi, también Messi, que ya era titular indiscutible. No solo estaba ese once de ensueño, en el banquillo se empezaba a fraguar el modelo de la Masía que tantos éxitos daría a los azulgranas, con Busquets, Pedro y Bojan.
La época dorada
Esa temporada se ganó todo lo que se podía ganar, pasando a la historia por su forma de jugar al fútbol, con Xavi e Iniesta como motores y Messi como estrella. Pasan las temporadas, caen las Ligas, las Copas del Rey, el 2-6 en el Bernabéu... Son días de vino y rosas para el Barça, todo bajo el mandato de Joan Laporta.
El once seguía siendo prácticamente el mismo, con ligeras variaciones, como los fichajes de Ibrahimovic o de Villa. También parecía apuntalarse el equipo con la llegada de una nueva hornada de joven talento procedente de la Masía, los Bartra, Thiago, Montoya, Nolito, Sergi Roberto, Deulofeu, Muniesa...
En la temporada 2011, con Sandro Rosell como nuevo presidente, llegó Cesc Fábregas, uno de los hijos pródigos de la afición culé cuya vuelta parecía un sueño y se acabó convirtiendo en una pesadilla con el paso de los años. Guardiola se despidió con una Copa del Rey y con la primera retirada significativa, la de Puyol, el capitán y alma del equipo.
Su lugar lo ocupó Mascherano, un centrocampista reconvertido a central que resultó ser un buen recambio para 'Puyi', al menos al comienzo de su andadura como culé. Si se miraba al resto del once inicial había pocos cambios, pero se apreciaba la entrada de un joven Jordi Alba para sustituir a Abidal.
Tito, Tata y Luis Enrique
A los mandos de la nave azulgrana estuvieron Tito Vilanova, segundo entrenador de Guardiola y Jordi Roura. Seguían los Xavi, Busquets, Iniesta, Pedro, Piqué, Valdés... Pero el convencimiento de que había alguien capaz de sustituir a esa generación se iba disipando, más con la venta de Thiago Alcántara al Bayern de Múnich.
Año 2013, momento clave en el cambio de tendencia del Barcelona. Llega Tata Martino al banquillo culé y con él un joven brasileño llamado Neymar, el que está llamado a ser el sucesor de Leo Messi, considerado ya por muchos como el mejor jugador de todos los tiempos.
Un año más, el once inicial sigue siendo el mismo, el de los éxitos, pero un año mayor. En el banquillo se iba perdiendo el sello de la Masía en favor de jugadores como Song. Ese año, se gana una Copa del Rey, pero al año siguiente se vuelve a lo que parece un ciclo ganador.
Llega Luis Enrique, símbolo culé venido del eterno rival, que, mientras tanto, iba consolidando su proyecto para derrocar al Barcelona. Pero volvamos al Camp Nou para ver los diferentes cambios introducidos en el equipo. Se marchan Víctor Valdés, Alexis Sánchez y llega una oleada de fichajes tras el Mundial: Claudio Bravo, Luis Suárez, Rakitic, Mathieu, Vermaelen...
Llega la 'MSN'
Xavi se encontraba ante su última temporada como jugador del Barça, Iniesta estuvo muy lastrado por las lesiones, Alves estaba a punto de marcharse... Y era el primer año de Josep María Bartomeu al frente del club como presidente, siendo el sucesor de un Rosell altamente cuestionado por su gestión en el fichaje de Neymar y sus problemas judiciales.
Ese año se vuelve a ganar todo, con la Champions como guinda a un pastel muy dulce para la afición culé. Parecía que no iba a acabar nunca, como esas sagas en las que cada libro es mejor y más joven que el anterior. Nadie quiere despegarse de lo que es ganar, pero lo cierto es que la edad iba sumando a las piernas de aquellos que lo ganaron todo.
La media de edad del once inicial del primer año de Guardiola era de 26 años, mientras que con Luis Enrique subió hasta los 28. No se encontró recambio de Puyol en Bartra, no se encontró recambio de Xavi en Thiago ni en Rakitic, aunque la 'MSN' sustentaba las carencias de un equipo cuyo centro del campo parecía hundirse con el paso de los partidos.
No se confundan, el Barça siguió ganando, al año siguiente volvió a conquistar la Liga y la Copa del Rey, pero la sensación ya no era la misma. Aquel juego de toque, combinativo hasta la extenuación, fue perdiendo protagonismo en favor de uno más vertical, explosivo y dinámico. No era peor, era diferente, como si el ADN Barça hubiese mutado en una versión más mundana.
Neymar: abrupta llegada, abrupta salida
Luis Enrique se despidió del Barça, al igual que Guardiola, con una Copa del Rey bajo el brazo y con el equipo bastante cambiado. Iniesta volvió a tener bastantes problemas de lesiones, Sergi Roberto ocupó la posición de lateral derecho siendo centrocampista, Umtiti llegó como pareja de Piqué en defensa ante las dificultades de Mascherano, se arrebató a André Gomes de las manos del Madrid para llevarlo al Camp Nou en uno de los fichajes más desilusionantes que se recuerdan en la Ciudad Condal... Aunque seguía la 'MSN'.
Hasta este verano, momento en el que Neymar decidió abandonar el barco y convertirse en el futbolista más caro de todos los tiempos yéndose al PSG. Con un modelo roto, sin recambios a lo que fue la mejor época del club en la historia y con la certeza de que tu máximo rival ha ganado la hegemonía del fútbol nacional y europeo de presente y puede que de futuro cercano.
Ya no son días de vino y rosas en Barcelona. Se ha pasado de formar un once con jugadores de la cantera a pagar 40 millones por Paulinho y dejar a Samper sin dorsal. Se ha pasado de presumir de cantera ante los que tiraban de cartera a ser el primero que suelta todo el dinero del mundo por jugadores que no devolverán lo que hace no mucho hubo.
Los ciclos en el fútbol son caprichosos, quizás la llegada de Coutinho o Dembelé (o ambos) devuelva al Barcelona las sensaciones perdidas. Lo cierto es que, entre gritos de 'Bartomeu dimisión' y anhelos de épocas mejores, el Barcelona ha perdido su modelo. Messi sigue estando en el equipo, lo cual es el mayor alivio que se puede tener, pero ahora los directivos se ven en la obligación de renovar un equipo de manera forzada.