Aston Martin puede empezar a ver la luz al final del túnel. El coche, el segundo mejor del Mundial hasta Canadá, ha visto cómo su situación de privilegio ya no es tal tras unas pruebas en las que no es que ya no estén tan solo por detrás de Red Bull, sino que son el quinto coche de la parrilla.

Sí, porque Mercedes y Ferrari han hecho bien sus deberes. Y porque McLaren ha obrado el gran milagro de mitad de temporada de la F1. Los de Woking han dado un salto adelante tremendo. Tal ha sido el salto que parecen ser la mayor oposición de Red Bull.

En el lado contrario, Aston Martin. Los de Silverstone ya no se escudan en las condiciones de la pista. Ya no se escudan en Austria o Reino Unido. Porque lo que sucedió en Hungría no se lo esperaban. Porque ahí deberían haber ido bien. Y no, no fue así. No tuvieron lucha con los de arriba. No pudieron luchar con los de arriba.

Ahora queda Spa, un circuito que preocupa a Aston Martin. A un equipo que, eso sí, parece haber hallado el motivo de sus males tras ese Gran Premio de Canadá.

Y a pesar de lo bien que fueron en el Gilles Vileneuve, al menos con Alonso, todo parece haber empezado ahí.

Todo, por los pontones

Los pontones que llevaron en la pista norteamericana han causado, según se informa, una perturbación en el flujo aerodinámico hacia la parte trasera del coche. Eso habría ocasionado problemas en la temperatura de los frenos, y también un coche más nervioso.

Y, por tanto, más complicado de pilotar, quedando en nada esas grandes virtudes del AMR23 en curva lenta, en frenada y en una gran entrada y salida de curva.

A saber si pueden solventar sus problemas ya no para Spa, pues pocos días quedan, sino para cuando llegue la segunda parte del Mundial. Será en Zandvoort, en Países Bajos, donde se corra tras el parón veraniego.