Fernando Alonso ha vuelto a sacar su mejor versión. Ha vuelto a hacerlo, cuando más complicado era. Cuando más difícil parecía. Porque en Bélgica ya dijo qué iba a pasar. Ya dijo que lo que se venía. Y sí, sí se vino, porque el agua fue una constante tras unos Libres 3 pasados por agua en los que Lance Stroll estampó el Aston Martin contra el muro.
Él, cero errores. Tanto en los entrenamientos como en la clasificación. En una en la que era clave no fallar. En la que cada decisión contaba para no quedarse fuera. Para poder soñar con algo más incluso. Porque el AMR24 da para lo que da, y si puede dar algo más es por Alonso.
Y porque en Bélgica las condiciones eran perfectas para una posible sorpresa. Porque se le da de lujo esto de pilotar en mojado. Tranquilidad, siempre tranquilidad. Esa fue la constante de un Alonso que no tuvo excesivos problemas para ir superando rondas clasificatorias.
Decisiones siempre correctas
Todas las decisiones eran las que debían ser. Entrando cuando se debía entrar para poner neumáticos nuevos. Sin arriesgar. Sin excesos. Directo a la Q3. Directo a, de nuevo, estar peleando con los mejores. Con los Mercedes. Con los Red Bull. Con los McLaren. Y con los Ferrari, a pesar de ese sufrimiento de más de Charles Leclerc y de Carlos Sainz en Q2.
Pero Fernando hizo su trabajo. Stroll, por su parte, 15º. Tras la polémica, con poco recorrido gracias a las palabras de Alonso, de Hungría, el canadiense volvió a pinchar en condiciones complicadas.
Un coche tenía Aston para ver hasta dónde se podía llegar. Y se llegó al octavo tras superar a Esteban Ocon en la Q3 y después de la sanción de diez posiciones de Max Verstappen.
Tras él, su excompañero en Alpine. Por delante, Carlos Sainz. En carrera, 44 vueltas en seco con nula previsión de lluvia. A saber si este 'renovado' AMR24 funciona en Spa como en Aston Martin esperan que funcione.