No ha sido el mejor fin de semana para la FIA con las decisiones. Después de todo el lío formado el sábado con la parrilla y las penalizaciones, decidieron no reanudar la carrera y acabar el gran premio con el Safety Car en una acción que provocó los abucheos en la grada y el enfado de Charles Leclerc.
La carrera en Monza estaba transcurriendo sin ninguna incidencia cuando llegó la vuelta 47. Daniel Ricciardo tuvo un problema mecánico con su McLaren y tuvo que dejar el coche en medio de la pista. Dirección de Carrera tardó casi una vuelta, pero decidió sacar el coche de seguridad y todos los coches pararon en boxes para estar preparados en la reanudación.
Sin embargo, la extracción del McLaren número 3 no estaba siendo buena. Hasta tres comisarios se encontraban al lado del coche del australiano sin saber qué hacer ni tampoco la grúa hacía acto de presencia. Finalmente apareció y logró sacar el monoplaza de Ricciardo de la pista. Habían pasado dos vueltas, pero quedaban otras dos para que acabase la carrera.
La pista ya estaba limpia y la situación empezaba a parecerse a Abu Dabi 2021, pero la FIA no comunicó a los pilotos doblados que podían pasar ni tampoco anunciaba que se marchara el Safety Car. Pasó una vuelta sin noticias y los aficionados, impacientados, empezaron a pitar.
Entonces llegó la primera noticia, al respecto. Ferrari notificó por radio a Charles Leclerc que la carrera iba a acabar detrás del Safety Car, una decisión que enfadó al monegasco: "¡Venga ya! La pista está limpia, vamos".
Pese al enfado de Leclerc y los aficionados italianos, el coche de seguridad se fue justo en la última curva para que Max Verstappen cruzase primero por línea de meta. Aunque la imagen que dio la FIA es cuestionable. Tres comisarios sin saber qué hacer, dos vueltas para retirar un coche que estaba a escasos metros de una salida y dos "vueltas limpias" en las que ya no había ningún motivo para continuar detrás del Safety Car. La polémica está servida.