Mercedes, el equipo campeón del mundo en constructores desde 2014, está en una situación que no se veía desde Japón 2012. Una situación que llevó, en la clasificación del GP de Emilia Romagna, a ver cómo Lewis Hamilton y George Russell se quedaban, los dos, fuera de la Q3.
Eso no pasaba desde que Rosberg y Schumacher, en la prueba nipona, se quedasen fuera con un coche que ni se sabía en ese momento que iba a ser lo que terminó siendo. Que hizo que Hamilton conquistase seis de sus siete mundiales de Fórmula 1.
Pero en Imola se quedaron fuera de los diez primeros puestos, y peor podría haber sido porque Esteban Ocon, por ejemplo, no pudo hacer una vuelta buena en Q1. De haber sido así a saber qué habría pasado con Hamilton y con Russell.
No tienen ritmo, y Toto Wolff ya habla abiertamente de ello: "Cuando vi que en agua estábamos cinco segundos por debajo me daban ganas de estrangularme".
"Cuando nos equivocamos me gusta, porque aprendemos mucho más, pero es doloroso", cuenta.
Sin embargo, ve un futuro esperanzador para el equipo: "Con estas normas, a largo plazo, sé que seremos buenos".
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Mientras, siguen quitando peso al coche: "No sabemos si aumenta o no el rebote. Estamos explorando".